
La "rusofobia aguda" llega a un nivel "maníaco" en la cúpula europea, alega Medvédev

Una parte significativa de los políticos europeos enfermó de "rusomanía (también conocida como 'rusofobia') aguda", que, según Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y expresidente del país, "surge de la exageración afectiva bipolar del impacto de Rusia en la vida de Europa y de los europeos" y alterna entre fases maníacas y depresivas.
En un mensaje irónico en su canal de Telegram, Medvédev caracterizó la fase maníaca como un estado de "excitación motora, agresividad, el deseo de intimidar y atacar a personas más fuertes, sin evaluar sus capacidades reales en relación con el objeto del ataque". En este contexto, citó como "pacientes" ejemplares de este caso al presidente francés, Emmanuel Macron; al primer ministro británico, Keir Starmer; al presidente finlandés, Alexander Stubb, y a otros políticos europeos.

Por otro lado, la fase depresiva "se caracteriza por la melancolía, el deterioro mental y físico, los trastornos alimentarios, así como la hipocondría y las autolesiones". En esta etapa, los "enfermos" son capaces de hacerse daño a sí mismos, dijo, mencionando a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; a la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, y a figuras como el líder del régimen ucraniano, Vladímir Zelenski, y el expresidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili.
Medvédev sostiene que la mejor cura para esta forma aguda de rusofobia entre los políticos europeos son los últimos misiles rusos. Según él, "el efecto terapéutico más efectivo se observa con la aplicación conjunta de sedantes potentes como los [misiles de crucero] Kalibr, Onyx e Iskander, así como el tranquilizante multicomponente Oréshnik". En casos especialmente graves, sugiere el uso de "neurolépticos nucleares" como los [misiles intercontinentales balísticos] Yars y Sarmat.